Y ahora resulta que no debemos quejarnos. Nuestro Gobierno Federal ha lanzado una campaña en la cual, palabras más, palabras menos, nos regaña por andarnos quejando de las serias deficiencias que existen en la administración de nuestro País. Como se dice de manera coloquial: ¿Cómo ahí qué?
Supongo que es una forma de invitarnos a ser resilientes o algo así. Mejor ver el vaso medio lleno, aunque bueno, el vaso de nuestro México está lejos de estar medio lleno, tiene apenas unas gotas creo yo.
Pagamos menos por la energía eléctrica, no se hacen cargos por las llamadas de larga distancia y, y, y, y…no sé, ¿me falta alguna otra maravilla surgida de las llamadas reformas estructurales? Digo, esas son las que nos presumen en el spot.
Supongo que los 43 que faltan, los des adres de los dizque “Maestros” que no imparten clases, la inseguridad, el escalofriante dato de 151 mil 233 personas asesinadas entre diciembre de 2006 y agosto de 2015, las precarias condiciones económicas de más de 50 millones de mexicanos, el crimen organizado ganando terreno, las prebendas inmerecidas de nuestros políticos y sus familiares y un largo y terrible etcétera son pecata minuta comparados con los beneficios ponderados en el mensaje.
O será que lo que sucede, es que debo ponerme el saco y en vez de andarme quejando, debería gritar vivas, hurras, lanzar cuetes y pedir que doblen las campanas deseando larga vida y salud a los gloriosos artífices de la nueva bonanza mexicana.
Y mejor ya no digo nada, porque parafraseando al Maestro Catón, ya me encaboroné.