No sé por qué, pero desperté el día de hoy recordando algunos detalles de mis épocas como locutor. Nada trascendente, solo formas de trabajar que me parece ahora ya no se usan tal como mencionar a los compositores y productores de los discos. Bueno, supongo que si se hace pero no estoy seguro de que se les dé al aire el crédito que se merecen estos personajes vitales en la industria de la música.
Y me vinieron a la mente en primer lugar, algunos compositores de éxitos que llenaron el cuadrante durante los años 70’s, 80’s y 90’s y que siguen vigentes con algunos “homenajes” que cantantes de moda suelen hacer a íconos de la música de las décadas de marras.
Como no recordar los grandes éxitos de José José creados por el español Rafael Pérez Botija. Canciones como “Payaso”, “Me basta” o “Preso”. Además compuso también para cantantes de la talla de Rocío Dúrcal, Estela Núñez (una cantante tapatía maravillosa) y Emmanuel. Y con el plus, de que el Maestro también producía los discos del llamado Príncipe de la canción lo cual redundaba en un éxito rotundo. Era tal el talento de este compositor que hasta Lucero, quien no es en sí dueña de una gran voz, tuvo algunos de sus mayores éxitos de la mano del español.
Junto con el Maestro Pérez Botija, no puedo dejar de mencionar a otro español de gran talento y sensibilidad: Manuel Alejandro. Compositor y productor de discos que llenaron de fama a Emmanuel, Mocedades, Raphael y el que para mi gusto ha sido el mejor disco de Julio Iglesias y sobre el cual existe la anécdota de que Manuel Alejandro estuvo viviendo poco más o menos un año en casa de Julio Iglesias y sobre esas vivencias compuso “Que no se rompa la noche” y “Lo mejor de tu vida”, canciones clásicas en el repertorio del autor de “Me olvidé de vivir”.
En esas épocas que recordaba como locutor, era lo habitual el mencionar, además del nombre de la canción presentada, el autor de la misma. De hecho, si mal no recuerdo, había alguna indicación legal de hacer mención de los autores lo cual me parece es algo importante puesto que se reconoce, además del intérprete, al creador de la pieza que nos hace recordar, sufrir o sonreír con su contenido.
Gracias por permitirme compartir con ustedes este recuerdo grato para mí. Espero que a ustedes, amables lectores, también les haya traído una sonrisa el evocar aquellas canciones que sin duda deleitaron el buen gusto musical de quienes fuimos jóvenes en las décadas mencionadas. Gracias una vez más por su complicidad.