Es increíble la manera en que se ataca o se es atacado por pensar de una manera determinada, por apoyar una causa o por actuar conforme a nuestra soberana conciencia.
Y lo comentado aplica desde situaciones de lo más banales como el famoso Macro Nacimiento que se colocaba en el centro de nuestra ciudad de Autlán, hasta casos terribles como los hechos lamentables sucedidos en los días recientes por los atentados terroristas en Francia.
Se puede simpatizar con las causas que más nos identifiquen y sin duda es por completo válido, lo que no es aceptable es que quienes están en contra de dichas causas ataquen y emitan juicios de valor que lo único que causan es una mayor división entre las personas y menos soluciones para aplicar y avanzar.
No creo que quienes están a favor de que se adorne el centro de la ciudad o quienes pusieron la bandera de Francia en sus muros de Facebook sean personas menos valiosas o que sus sentimientos sean de menor nivel que quienes están en contra de tales manifestaciones.
A final de cuentas, el hecho de atacar lo que es diferente o lo que no coincide con lo que nosotros pensamos o con aquello en lo que creemos, ha sido y es entre otras causas, motivo de conflictos los cuales tienen inclusive siglos sin resolverse.
Quizás hoy como nunca, Don Benito Juárez tiene la razón al señalar que entre los hombres como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz. Esa paz que tanto no falta, esa paz que tanto anhelamos y que parece que tanto nos empeñamos en no dejar que forme parte de nuestra existencia y de nuestra convivencia.