Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Leipzig (Alemania) a partir de los datos de más de 20 mil personas en Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido, asegura que el orden en que nacen los hijos es determinante para el grado de inteligencia que poseen. Los primogénitos son los más inteligentes y este valor comienza a descender hasta llegar al último de los hermanos.
Los resultados fueron publicados este lunes en la revista científica «Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos»/»Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS), aclarando también que el orden de nacimiento no influye en la personalidad de los hermanos, pero sí en los niveles de inteligencia.
Stefan Schmukle, líder del estudio explicó que «la principal noticia de nuestro estudio es que no encontramos efectos del orden de nacimiento en cualquiera de las dimensiones de la personalidad, más allá del dominio intelectual. Esto no solo contradice teorías psicológicas importantes, sino que también va en contra de la intuición de muchas personas”.
Para llegar a esta conclusión, los científicos examinaron tres bases de datos clave de Estados Unidos, Alemania y Reino Unido en las que se determinaban variables importantes en el estudio, como el tamaño de la familia, el origen, el estatus socioeconómico y la edad de los hermanos. Tras comparar los datos, descubrieron que los niños presentaban 1.5 puntos más de cociente intelectual conforme subían posiciones hacia el hermano primogénito.
Aún así, el artículo señala que los investigadores no están seguros de por qué los primogénitos muestran mayor inteligencia pero podría deberse a ciertas condiciones durante la gestación o quizá a factores ambientales.
Otra de las conclusiones del estudio tiene que ver con la percepción de uno mismo respecto a su curiosidad intelectual. «Los primogénitos eran más propensos a asegurar que cuentan con un vocabulario más rico y con menos dificultad para entender las ideas abstractas”, aclara Schmukle; es decir, los primogénitos eran los que más inteligentes se veían a sí mismos y sus puntuaciones en las pruebas de intelecto también eran mejores.