MADRID, ESPAÑA. 17 DE MAYO DEL 2015.- Joselito Adame no podía pasar por Madrid sin triunfar, así que la determinación que demostró en la corrida de hoy fue fundamental para salvar una tarde en la que había tenido que tragarse la mala suerte de ver al primer toro de su lote partirse una mano cuando parecía que ese ejemplar le iba a permitir expresarse.
Y ese desaguisado cambió por completo el halagüeño panorama que se había vivido cuando Adame se abrió de capote y toreó bellamente a la verónica, con una rodilla en tierra, e hizo rugir a la afición de Madrid. Aquello tenía torería.
Cada vez se nota que Joselito cala más hondo entre este público, pues no sólo es su madurez y frescura la que cautiva a la gente, sino ese andar pausado de una personalidad que provoca admiración por su recia humildad.
Así que el mexicano hoy avanzó un paso más en su carrera, y lo hizo con la autoridad que da la experiencia y ser consciente de que sus hombros lleva el honor de devolver credibilidad a la tauromaquia azteca.
Y lo que iba a hacer con ese primer toro, ponerse de rodillas a portagayola, y que ya no dio tiempo porque abrieron la puerta de toriles antes de que Adame se fuera a situar, sí lo realizó con el sexto en otra manifiesta declaración de intenciones.
Esta actitud, la de triunfador; la de torero que no se arredra y sabe dónde está situado, convenció a la gente. Y a los lances a la verónica que siguieron ese arriesgado recibimiento del sexto, de nombre «Adobado», fueron el preámbulo de una lidia en plan ascendente, donde hubo estructura y emoción.
Porque también hizo un espectacular quite por zapopinas, de frente y con el compás abierto, le pusieron chispa al tercio de varas antes de que comenzara la faena por estatuarios, luego de haber brindado al público, que ya a estas alturas de la valerosa actuación de Joselito estaba completamente de su parte.
Los redondos y los naturales tuvieron aplomo, y el torero hidrocálido aprovechó la transmisión del toro para enredárselo por la faja con mucha torería, sobre todo en los adornos entre los que hubo trincherazos, desdenes y cambios de mano que entusiasmaron mucho a la gente.
Aunque el toro se puso un poquito andarín a la hora en que trató de igualarlo, no dudó en citarlo a recibir y terminó ejecutando una estocada a un tiempo que fue rotunda. El público se emocionó mucho con este detalle y fue así como, tras una fuerte petición de oreja, se le concedió una trofeo de ley, de esos que vienen a recordar que el toreo es apasionada entrega.
Los compañeros de cartel de Joselito, el francés Juan Bautista y el madrileño Alberto Aguilar, estuvieron entonados delante de sus respectivos toros, a los que les faltó más transmisión para que sus faenas hubiesen podido subir de tono.
No obstante, a ambos les jalearon determinados pasajes como fueron las dos series de redondos de Aguilar o la inteligencia con la que Juan Bautista pasó de muleta al grandullón toro que abrió plaza.
El ambiente de triunfo que dejó Joselito Adame cuando atravesaba el amplio redondel de Las Ventas fue el mejor colofón al discreto paso de los toreros meixcano en este San Isidro, donde dicho sea de paso, el único toro que realmente sirvió para ellos fue este «Adobero» de El Montecillo.
Y la moraleja queda en el aire: para triunfar en esta plaza es preciso arrear al máximo y dejarse la piel en la arena, tal y como lo hizo hoyJoselito Adame, el orgullo del toreo de nuestro país y primera figura de México. Por derecho propio.
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