MÉXICO, D.F. / 13-AGOSTO-2015. (REDACCIÓN) | Investigadores y científicos del Instituto de Geofísica (IGf) y de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, así como del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), descubrieron que la pirámide de Kukulkán, en Chichén Itzá, está construida sobre un cenote.
En conferencia de prensa, se dijo que se trata de un cuerpo de agua que de norte a sur mide alrededor de 20 o 25 metros y en su parte más alargada 30, también se pudo ver que hay una capa de roca caliza de alrededor de cuatro metros; la profundidad es incierta, aunque dijeron que pudiera ser de alrededor de 20 metros.
El hallazgo fue posible gracias al trabajo de René Chávez Segura, Gerardo Cifuentes Nava y Esteban Hernández Quintero, del IGf; Andrés Tejero Andrade, de la FI, y Denisse Argote, del INAH, utilizando una tecnología no convencional desarrollada por los universitarios, que permite dar un nuevo uso a una tomografía comercial. Se realizó un estudio de tomografía eléctrica, que consiste en poner detectores alrededor de la pirámide y enviar corriente eléctrica al subsuelo mediante electrodos, con lo que se “iluminó” el subsuelo de El Castillo.
Denisse Argote indicó que los cenotes y las cavidades tienen gran importancia dentro de la cosmogonía mesoamericana, no sólo porque se considera el origen de la vida, la matriz de la cual provenimos, a través de la cual Quetzalcóatl convertido en hormiga extrajo la semilla del maíz y la dio al hombre, sino que es el fin de nuestros días, el inframundo. Tiene una dualidad de conceptos. En el pensamiento místico-religioso de los antiguos mexicanos, era trascendental.
Este hallazgo, como todo descubrimiento científico, plantea nuevas preguntas. Para dar respuestas, los universitarios ya tienen planeada y confirmada, ante el Consejo de Arqueología del INAH, una segunda fase de trabajo de campo, en octubre próximo, en la que se “reconstruirá” el interior de la pirámide, se verificarán sus etapas constructivas y se precisará qué ocurre con su estructura.