Para protegernos, nuestro cerebro suele esconder las experiencias traumáticas que nos afectan. Es una medida de defensa conocida, especialmente ante experiencias terribles. De esta forma, nuestra percepción vuelve a la normalidad y podemos tratar de hacer una vida normal, sin temer constantemente a que vuelva ocurrir esa experiencia. Pero las experiencias traumáticas escondidas en lo más profundo de nuestra memoria pueden ocasionar graves desórdenes con el tiempo. En ocasiones, estos recuerdos enterrados disparan otros problemas, fobias y disociaciones capaces de generar nuevos conflictos en nuestra vida. Hasta el momento no podíamos acceder a este «cajón oculto». Pero una reciente investigación parece haber encontrado un camino.
Camino a lo más profundo
Lo que sabemos con certeza es que algunas experiencias traumáticas no son accesibles mediante el recuerdo común. Esto implica un mecanismo especial en el cerebro que coja estos recuerdos y los guarde aislados del resto. Un proceso denominado «aprendizaje estado-dependiente» puede ser la clave. Este proceso explica que ciertas memorias son asociadas con situaciones concretas: una postura, la cantidad de luz, un olor o nuestra agitación particular. Este estado-dependiente ocurre más a menudo de lo que parece (cuando vamos a realizar una acción en otra habitación y de pronto hemos olvidado qué veníamos a buscar, por ejemplo).
Pero podría ser especialmente fuerte en estados de estrés grave y ante experiencias traumáticas. Según el estudio, el mecanismo para almacenar estos recuerdos en la memoria a largo plazo, aislados, consiste en recuperar el estado cerebral en el que se originó la experiencia. Esto se consigue estimulando los receptores extrasinápticos de GABA, uno de los dos neurotransmisores (junto con glutamato) más importantes en el cerebro. Estos receptores parecen ser los encargados de codificar los recuerdos en lo más profundo de la memoria. Al estimularlos, los recuerdos parecen volver ser accesibles, tal y como comprobaron con ratones.
Desentrañando las experiencias traumáticas
La investigación también ha dejado ver que este no es el único mecanismo que tiene el cerebro para ocultar las experiencias traumáticas en el fondo de nuestros recuerdos. Aunque no se investigaron estos otros mecanismos, la hipótesis abre nuevas puertas a la investigación. Y es que el sistema es tan complejo como parece. Las experiencias traumáticas también parecen guardarse físicamente en un lugar distinto del cerebro que necesita de estos mecanismos para ser accesibles. En caso de sufrir experiencias traumáticas, el cerebro activaría uno de estos sistemas paraEn caso de una experiencia traumática el cerebro activa una vía distinta para almacenar los recuerdos
guardar el recuerdo de una manera y en un lugar completamente distintos. Podría ser una manera de proteger al individuo de experiencias demasiado estresantes.
Conocer el mecanismo molecular tras este sistema profundo de recuerdos es muy importante. ¿Por qué? Por que desentrañando su funcionamiento podemos crear terapias efectivas. Terapias mejores que combinen una medicación, como el estimulante de los receptores de GABA extra-sinápticos, junto con un tratamiento psicológico que permita recuperar experiencias traumáticas para su asimilación. ¿Qué consecuencias puede tener esto? Probablemente sea el único medio de resolver patologías psicológicas imposibles de tratar hasta el momento. Desde fobias hasta manías, pasando por psicosis y otros problemas graves, el papel de las experiencias traumáticas, aunque no siempre está claro, es importante. Es más, esta investigación abre puertas también a un conocimiento más profundo de la forma en la que almacenamos nuestros recuerdos. Y también en la que actúa la mente. Al fin y al cabo, los mecanismos, aunque distintos, son esencialmente iguales. Todo es cuestión de conocerlos para poder usarlos en nuestro beneficios.